martes, 19 de noviembre de 2013

16 KISLEV

Leyes de Lashón Hará 9.3-4:

El Jafetz Jaim de bendita memoria nos cita otro ejemplo de alabanza que debe ser evitado, este corresponde a publicar una acción de bondad que alguien hizo por nosotros, como darnos un préstamo o un donativo, haciéndole fama a quien nos ayudó, el resultado de esto puede ser un perjuicio para quien nos ayudó, ya que probablemente lo abrumen personas honestas y de todo tipo, que hayan escuchado esto con peticiones similares, ya que quieren beneficiarse de su generosidad.

El Jafetz Jaim -que la paz sea con él- nos informa que esta prohibido vivir entre personas que hablan lashón hará, así como también esta prohibido sentarse con gente así, aun si uno no tiene la intención de escuchar sus conversaciones, e incluso llega a aconsejar a los maestros de Torá que si uno de sus alumnos es un baal lashón hará -D-s no lo permita-, y el maestro no puede influir en su alumno para que cambie, entonces, debe suspender al alumno. Esta ley esta basada en un incidente del Talmud (Sanhedrín 31b). Si por casualidad uno se encuentra en compañía de un baallashón hará, esta obligado a reprenderlo por hablar lashón hará y pedir que deje de hacerlo. Sin embargo, uno debe de evaluar primero a quien esta reprendiendo; ya que si es probable que responda incrementando su lashón hará, entonces no se debe reprender. Si parece que la reprimenda no va a detener el lashón hará, y tampoco va a ocasionar que se incremente, entonces uno esta obligado a reprender.

La reprensión no es fácil, ya que pareciera que uno hace algo embarazoso con una actitud petulante. Sin embargo, debemos de hacerlo cuando estamos obligados, ya que de no hacerlo estamos siendo cómplices en la transgresión. Cuando una reprimenda esta condenada al fracaso, el Jafetz Jaim nos aconseja cambiar el tema de conversación, esto es más fácil de lo que pensamos, y nos ayuda a lograr el objetivo de alejar a la persona o grupo del lashón hará. También se puede defender fuertemente a la persona de quien se habla. Haciendo notar que quien habla no es posible que conozca toda la historia y que sus comentarios están basados en rumores o interpretaciones de otros, uno logrará sin necesidad de un reproche directo, hacer que los oyentes duden de lo que escuchan.

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