El Rol de la Mujer

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El Propósito
 
La Torá nos cuenta que después de que D-s creó al primer hombre, lo durmió y separó de él a quien sería su esposa, Javá, pues Él había visto que estaba solo y necesitaba una compañía. A Javá la Torá la llama "ézer kenegdó" - es decir, una ayuda para él.

Dicen los Sabios que Adam no llegó a ser íntegro y completo hasta el momento en que Javá fue creada. Es decir, que el concepto de ser "una ayuda para él" significaba complementarlo. De aquí aprendemos que para que el hombre pueda cumplir correctamente su función en este mundo, necesita a la mujer. Y por eso se debería categorizar al hombre como el "sexo débil", pues fue él el que necesitó de la ayuda de su mujer, y no al revés.

Por otro lado, la Torá dice en Bereshit 2:23: "Adam dijo: Esta vez, este es hueso de mis huesos y carne de mi carne". Esto nos enseña que también la mujer necesita del hombre para estar completa. Toda mujer, así como Javá, es "la madre de toda vida" (3:20). Ella es la renovadora eterna de la humanidad, la que da a luz a nuevas vidas y da forma a su relación con el hombre. Y es por esta razón que la mujer necesita al hombre para poder llevar a cabo su función y cumplir junto con él, el propósito de la vida. En definitiva vemos que uno sin el otro no pueden llegar a ser íntegros ni completos.

Más aún, a pesar de que las diferencias físicas que existen entre el hombre y la mujer nos muestran sus diferentes roles, puesto que ambos fueron creados a imagen de D-s, así como está escrito en Bereshit 1:27: "Entonces Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza; a imagen de Dios Él los creó; hombre y mujer Él los creó", esto nos debería enseñar que, de hecho, la mayor parte de sus funciones en este mundo son similares. Los dos fueron creados con la suprema función de servir a D-s, y este concepto de espiritualidad es lo que le da propósito y significado a sus vidas.
 
El Amor
 
Se cuenta, que en una ocasión se acercó una joven mujer soltera al Rebe de Lubavitch de bendita memoria, y le hablaba sobre algunos candidatos posibles que le habían sido sugeridos, y le explicaba porqué ninguno de ellos le atraían. El Rebe sonrió: ”Has leído muchas novelas románticas”, dijo.
 
“El amor no es la emoción abrumadora y enceguecedora que encontramos en el mundo de la ficción. El verdadero amor es una emoción que se intensifica a lo largo de la vida. Son los pequeños actos cotidianos de la cercanía los que hacen florecer el amor. Es compartir, cuidar y respetar al otro. Es construir una vida juntos, una familia y un hogar. Cuando dos vidas se unen para formar una, llega un momento  en que cada uno se siente una parte del otro, en que cada uno no puede ver la vida sin el otro a su lado".

La Torá es muy clara en cuanto a los diferentes papeles y características impartidas por el Creador al hombre y a la mujer.
 
La Misión
 
La mujer es la encargada de transmitir nuevos valores a la próxima generación. Esta función le ha sido encomendada a la mujer en la revelación de D-s en el monte Sinai, así como está escrito en la Torá: "Moshé ascendió a Dios y Él lo llamó desde la montaña diciendo: Así dirás a la casa de Yaacov y relatarás a los hijos de Israel" (Shemot 19:3). 
 
Los Sabios nos enseñan que al decir "la casa de Yaacov", el versículo se refiere a las mujeres, y al decir "los hijos de Israel", se refiere a los hombres. Además, al referirse a la casa de Yaacov la Torá dice "así dirás", mientras que respecto de los hijos de Israel, el texto dice "y relatarás". Y esto nos enseña que a ellas se les debe hablar con una voz suave, y no en forma dura y firme (como a los hombres), pues ellas son más sensibles. En verdad, no es necesario hablarle a la mujer con un tono de voz fuerte o estricto pues ella es delicada y agradable, y es por eso que puede entender las cosas de esta misma manera, y un tono de voz suave es suficiente para que ella capte el mensaje. Pero si todo el propósito de Moshé al hablarle a las mujeres fue pedirles que acepten la Torá, ¿Por qué fueron mencionadas primero?

La respuesta es que estas palabras no se refieren sólo a la aceptación de la Torá sino que tienen un significado mucho más profundo. Lo que se le transmitió a las mujeres fue su misión, su propósito en la vida. A ellas se les dijo que serían las que transmitirán el mensaje al pueblo judío. Ellas serían las que tendrían que hacerse cargo siendo las maestras del pueblo judío. Y esta es la razón por la cual se les habla primero a ellas, dándoles prominencia, pues las enseñanzas de la madre significan mucho más para el niño que las del padre.

Sin embargo, nosotros sabemos que la mujer no está obligada a enseñarle a su hijo, entonces, ¿Por qué aquí se le dice a ella que lo haga? La razón es porque la enseñanza a la cual nos referimos aquí es la enseñanza que precede a todas las demás enseñanzas: la enseñanza del jésed (benevolencia). Es la benevolencia de la madre más que la firmeza del padre la que le dará al niño un hermoso e ideal amor por la Torá. Entonces, el niño tendrá un amor natural por la Torá, por la belleza y por el jeéed que ésta contiene.

Torá sin jésed no es Torá. La Torá de la madre es el jésed, y esta Torá debe ser transmitida primero, antes que la del padre.
 
Los Roles

El hombre es un “conquistador”, a quien se le encargó enfrentar y transformar un mundo que se resiste, frecuentemente hostil. Con este fin, se lo ha abastecido de una naturaleza agresiva y extrovertida, una naturaleza que debe aplicar constructivamente en la  guerra de la vida, la guerra de combatir lo negativo afuera y redimir las oportunidades y los elementos positivos retenidos prisioneros en los rincones más espiritualmente desolados de la creación de D-s.

La mujer es su opuesto diametral. Su naturaleza intrínseca es la de la no-confrontación, introvertida, modesta. Pues mientras el hombre enfrenta a los demonios afuera, la mujer cultiva a la pureza adentro. Ella es el sostén del hogar, quien nutre y educa a la familia, la tutora de todo lo que es santo en el mundo de D-s. “Toda la gloria de la hija del rey es interior”.

Pero “interior” no significa necesariamente “entre cuatro paredes”. También la mujer tiene un papel que se extiende más allá del hogar, también a la más foránea de las hijas y a la más pagana de las tierras. La mujer que ha sido bendecida con la aptitud y el talento de influir sobre sus hermanas, puede y debe, ser “saliente”, abandonando periódicamente su refugio de santidad para alcanzar y movilizar a aquellas que han perdido contacto y dirección en sus vidas.

Y cuando lo hace, no precisa, ni debe, asumir la postura guerrera del hombre. El enfrentamiento y la conquista no son la única manera de tratar con el mundo exterior; también hay una manera femenina, una manera compasiva, modesta y suave de extraer bondad de la maldad que chispea afuera. El enfrentamiento es frecuentemente necesario, pero es también tan frecuentemente ineficaz e incluso pernicioso. Hasta la más fiera de las batallas requiere del toque femenino de la mujer.

Fuente: Basado en un artículo de la Tzadeket Rina Leví, así como en Likutéi Sijot, Vol XXXV, Pág. 150-155 y en el libro El Rebe Enseña, Vol III.

2 comentarios:

  1. Hermosa y gratificante información. Que el eterno los bendiga siempre y permita que nos sigan compartiendo más de la Torá. Mil gracias 😊 🙏

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