VERDA
Cierta vez un hombre
importante viajó a Berlín, al llegar al lugar le da instrucciones a
su cochero de cosas que tiene que hacer, mientras él va a hacer
algunos negocios. El nombre del cochero era Iván,
en su descuido Iván dejó
mal estacionado el coche, éste estaba a la mitad del camino, vio que
era muy temprano, por lo que decidió tomar un descanso, olvidando de
esta manera lo que su amo le había pedido hacer. Al cabo de un rato
se acerca un soldado y le pregunta: ¿Por qué estas aquí
estacionado? ¿Quién va? En alemán esto es Ver da,
en Idish se pronuncia Verda.
El
cochero dado que era ruso no entendía lo que el soldado le decía,
por lo que, el creyó que le preguntaba su nombre y responde:
“Iván”. El
soldado le vuelve a preguntar y recibe la misma respuesta, una y otra
vez. Lo cual hace que el soldado se empiece a irritar; por lo que,
saca una especie de macana y golpea a Iván
en la cabeza y en lugar de preguntarle suavemente le empieza a gritar
la misma pregunta: “¡¡¡Verda!!!”,
a lo cual el cochero responde: “¡¡¡Iván!!!”.
El soldado le vuelve a golpear y hace la misma pregunta, tras la cual
recibe la misma respuesta; y esto sucede una y otra vez, con la
diferencia que cada vez el soldado le daba más golpes al cochero y
mientras recibía la misma respuesta, le iba propinando una golpiza
muy importante al cochero, a estas alturas el cochero estaba tirado
en el suelo y ya no sólo recibía golpes, sino también patadas.
Al
cabo de un rato, ya que Iván
estaba muy lastimado y tirado en una callejuela lateral, se dio
cuenta que lo único que conseguiría si seguía dando la misma
respuesta, es que el soldado lo matara. Por lo que, ahora Iván
le responde “¡¡¡Verda, Verda, Verda!!!”.
Es entonces, que el soldado le deja en paz y se va. Iván
como puede regresa al coche, se sube y lo estaciona a un costado de
la calle. Iván estaba
muy aterrorizado, por lo que se escondió en el coche, después de un
rato su amo buscaba la carreta y cuando la encuentra exclama:
“¡¡Iván!! y
recibe como respuesta: ¡¡¡Ssshhhhh!!
Y dice: por favor amo, aquí yo no me llamo Iván,
aquí yo soy Verda.
Entonces responde su amo: bueno, bueno, esta bien ¿Verda?
¡ya podemos irnos! Después de viajar un rato, ya muy lejos de
Berlín, de repente el vehículo se detiene, a lo que el amo de Iván
pregunta: ¿Sucede algo Verda?
Y el cochero responde: ¡No, no señor, no se preocupe! Es sólo para
decirle que nuevamente soy Iván, allá
yo me llamo Verda,
pero aquí soy Iván.
La
explicación es la siguiente: En este cuento el amo es el Santo
bendito Es, el cual nos da las riendas de los caballos, que
corresponde al cuerpo, que es la fuerza de poder llegar a donde
queramos, además nos dio una lista de cosas que debemos hacer, esto
es un propósito de vida, para éste propósito nos dio un tiempo, al
termino del cual debemos de reunirnos nuevamente con él, este es el
tiempo de vida que se nos otorga, la supervisión de nuestro Amo es
tal, que cuando no hacemos lo que Él bendito Es nos pide, nos envía
al soldado alemán para que nos pregunte: ¿Quien va? ¿Que haces? Al
principio no le entendemos, porque la circunstancia es tan ajena, que
no comprendemos que es un mensaje de nuestro Creador que nos dice:
“¿Quién Eres? ¿Para que te envíe? ¿Qué haces?
¿Dónde estas?” Como no
entendemos respondemos 'soy Iván',
éste es el nombre terrenal que llevamos aquí, lo cual implica que
se nos olvidó el propósito, la tarea que teníamos que hacer,
entonces es como si le dijésemos al Santo bendito Es: 'soy
un cuerpo, y estoy aquí para disfrutar de los placeres de la vida,
descanso porque el cuerpo quiere descansar, hago lo que el cuerpo
quiere y estoy donde este cuerpo se siente bien, porque
soy un cuerpo'. Es
aquí cuando aparece el soldado alemán, cuya finalidad es
recordarnos que no somos un cuerpo, y no descansará hasta hacernos
ver que no somos Iván,
éste soldado representa los sufrimientos que nos envía nuestro
Padre en el cielo para que despertemos, para que nos demos cuenta que
el camino que seguimos, no nos llevará a ningún lado, sino todo lo
contrario si nos aferramos más a la creencia de que somos un cuerpo,
de que somos Iván,
finalmente los sufrimientos serán tan fuertes que terminaremos tan
lastimados, es ahí cuando entendemos que no somos un cuerpo, ya que
reflexionamos que si no reaccionamos -D-s nos libre de esto- esos
placeres del cuerpo van matarnos, es cuando abrimos los ojos y
decimos: ¡Verda, Verda, Verda! Que
es equivalente a preguntarnos ¿Quienes somos? ¿Qué hacemos en este
mundo? Al dar esta respuesta, es porque en este punto, alcanzamos a
ver que nada de lo que hay en el mundo nos llena, que el deseo que
sentimos cada vez crece más y que no tiene ningún sentido seguir
dándole al cuerpo lo que quiere, ya que no se sacia, vemos que hemos
perdido mucho tiempo por dedicarnos a cumplir todas las necesidades
del cuerpo, vemos que esos placeres que sentimos sólo fueron
momentáneos, y es donde decimos que la vida no puede tratarse sólo
de eso. Ahí es cuando tenemos un despertar y llegamos a concluir que
no somos un cuerpo, que la finalidad de la vida no es perseguir
placeres, como comer los mejores manjares, tener grandes riquezas,
saciar el apetito sexual, tener honores, etc. Si no que vemos que hay
un propósito elevado, porque lo que esta en nuestro interior es como
si buscara algo infinito para poder saciarse, es ahí cuando nos
aterrorizamos y nos escondemos, porque
nos damos cuenta del gran daño que nos hicimos y D-s libre le
hicimos a otros, todo esto por
la vida de excesos que tuvimos, en la que probamos de todo y tuvimos
todo, no logró darnos felicidad, libertad, sino al contrario,
angustia, esclavitud y entonces también
nos asustamos
porque no sabemos que es lo que necesitamos, es ahí donde decimos:
soy Verda,
soy un alma que sólo puede ser llena por el infinito, que es nuestro
Santo Hacedor. En ese momento de claridad empezamos a ver nuestras
heridas y a tratar de recuperarnos y de poner nuevamente en orden
todo, temiendo nuevamente en que lleguemos a ser Iván,
entonces se nos acaba el tiempo y llega nuestro Señor y nos dice:
“Iván”a lo cual
reaccionamos con miedo y callamos la voz de nuestro Señor,
diciéndole que no somos un cuerpo, que somos un alma. Entonces
nuestro Amo nos dice: ¡Vámonos Verda!
Es ahí donde emprendemos el
camino de retorno, y somos nuevamente guiados por nuestro
Amo, nos dedicamos a cumplir sus mandatos
y somos nuevamente un alma, empezamos a encaminarnos hacia nuestro
propósito, somos Verda de
nuevo. Entonces el Amo se aparta nuevamente, confiándonos
el retorno a nuestro origen,
nos da otra oportunidad más, entonces seguimos viviendo la vida,
pero en cuanto ya paso un
tiempo de los sucesos pasados, ya que estamos lejos de
aquellos sufrimientos que nos despertaron y aterrorizaron, volvemos
a creer que somos un cuerpo, es
aquí cuando
con fuerza detenemos el coche y el Amo, tras nuestro repentino cambio
nos pregunta: ¿Que pasa? Y
nosotros decimos: '¡Nada Señor! Sólo quiero avisarle que
nuevamente soy Iván'.
Es
triste esta realidad, cuantos Iván hay en el mundo, a los
cuales se les ha dado muchas oportunidades para que rectifiquen sus
errores, y al principio están motivados y dispuestos a obedecer sin
cuestionar, hasta que tras la calma, se les olvida nuevamente el
propósito y regresan a los hábitos anteriores -D-s nos libre de
hacer esto-. Sin embargo, nuestro bendito Creador es Fiel y tengan
por seguro que nuevamente enviará, toda una nueva legión de
soldados, y a medida que no quieran comprender el mensaje o hagan
caso omiso de este, los soldados aumentarán más, lo cual es
equivalente a que los sufrimientos se incrementen, esto es así,
porque a mayor permanencia en la oscuridad se requiere un mayor
esfuerzo para despertar.
Fuente: Basado en los cuentos del Rebe Najmán de Breslev (Sipurei Ma'asiot)
Excelente parábola, muy exacta sobre lo que nos ocurre a veces en la vida.
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