Establecimiento de
las 7 leyes universales desde Adán
El código de Ley Divina
que hoy conocemos como los Siete Mandamientos de los Hijos de Noaj ha
estado con la humanidad desde el tiempo en que Adán, el primer
hombre, fue creado. Aun cuando el hombre es corona de la creación,
fue la última de las creaciones; porque así D-s sentaba una lección
eterna con un simbolismo respecto al papel del ser humano en el
mundo. Cuando el hombre está cumpliendo con la voluntad de D-s, se
ubica por encima de todo lo que fue creado antes que él y es
verdaderamente corona de la creación. Pero cuando cae en
desobediencia, es la última y más baja de todas las criaturas,
incluso inferior al mosquito que pasa improductivamente su vida
entera, símbolo del peor egoísmo. Pero aun
el más pequeño de los mosquitos cumple con el deseo de D-s bendito
Es. Sólo el hombre tiene la opción de trasgredir (o no). Aun en su
sencillez, el versículo, “Y el Señor D-s ordenó a Adán,
diciendo: De todo árbol del jardín ciertamente podrás comer. Pero
del árbol del conocimiento del bien y del mal, tú no deberás
comer, porque el día en que comas de él ciertamente morirás”
(Bereshit 2.16-17), constituye la fuente de los Siete Mandamientos
Noájidas. Y, de hecho, Adán recibió de D-s la responsabilidad de
enseñar las leyes a las generaciones futuras. El verso establece que
D-s ordenó a Adán “diciendo”. A pesar de que la palabra
“diciendo” se podría considerar superflua, es un
principio de la Torá que “no hay palabras superfluas”
porque cada punto y cada coma vienen a enseñarnos algo. En este
caso, la palabra “diciendo” indica que D-s no sólo que
dió el mandato a Adán, sino que Él bendito Es buscaba que Adán a
su vez lo transmitiera. Es un principio del análisis Bíblico que
cuando un verso establece, “Y el Señor D-s habló a Moshé,
diciendo”, significa que D-s enseñó algo a Moshé y que
esperaba que éste a su vez lo enseñara al pueblo Judío, o como en
el caso de los Siete Mandamientos de los Hijos de Noaj, a toda la
humanidad.
Y de esta manera, Adán
enseño a sus hijos las Siete Leyes Universales: 1. No venerar a
ídolos; 2. No maldecir a D-s; 3. No asesinar; 4. No robar; 5. No
involucrarse en inmoralidad sexual; 6. No comer el miembro de un
animal vivo; y 7. Establecer cortes de justicia que fortalezcan estas
leyes. Así progresó la humanidad. La prueba clara de que los
descendientes de Noaj conocían estas leyes y de que (por encargo del
Juez Divino) debían obedecerlas se dió 1656 años después, cuando
Él bendito Es (mediante el Diluvio Universal) castigó a la
humanidad por no haber guardado estos mandamientos: “D-s miró
la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había
corrompido su camino sobre la tierra” (Bereshit 6.12). El
clásico comentario Bíblico de Rashí (Rabino Shlomó ben Itzjak)
enseña que la corrupción era inmoralidad sexual y practicas
idolátricas. El siguiente versículo dice: “Y D-s le dijo a Noaj, el fin de
toda carne a venido delante de mi, porque la tierra está
llena de maldad” (Bereshit 6.13). Rashí comenta que la frase
“la tierra está llena de maldad” se refiere
al robo. Así, debido a inmoralidad sexual, idolatría y robo (tres
de los siete mandamientos que se suponía Adán debía enseñarles a
sus hijos y que la humanidad debía por tanto observar), el Creador
de todo destruyó todo, excepto por un remanente que incluía a Noaj,
su esposa, sus tres hijos y sus tres nueras. Para cuando las aguas
del diluvio se asentaron, la tierra ya estaba purificada y la
humanidad no tenía que regresar a los tiempos de Adán para
encontrar al padre de la humanidad. Ahora la humanidad tenía un
nuevo padre, Noaj. Y a diferencia de Adán quien había fallado al no
cumplir a cabalidad con los mandamientos de D-s, Noaj era “un
hombre recto, justo en su generación, y Noaj caminó
con D-s” (Bereshit 6.9).
De esta manera, con un
mundo revestido de frescura y concebido en santidad, D-s reafirmó
los siete mandamientos originales que El había enseñado a Adán.
D-s bendijo a Noaj, a sus hijos y a sus nueras y prometió que nunca
más destruiría el mundo como lo había hecho, sellando la promesa
para todos los tiempos al establecer un
pacto con Noaj (el nuevo padre de la humanidad), como está expresado
en el verso, “Y habló D-s a Noaj y a sus hijos con él,
diciendo: Y Yo he aquí que establezco mi pacto con vosotros y
con vuestra descendencia después de vosotros” (Bereshit 9.8-9)
y en el verso, “Y D-s dijo: 'Esta será la señal del pacto que
establezco entre Yo y vosotros, y todo ser viviente que está con
vosotros, por generaciones, para siempre: Yo pongo Mi arco en las
nubes como señal del pacto que establezco entre
Yo y la tierra'” (Bereshit 9.12-13).
El signo del pacto era el
arco iris, que serviría como un símbolo permanente de la Divina
Benevolencia. Era la primera vez que el arco iris se veía en la
tierra, a pesar de que había sido creado (y preparado para este
momento) en el ocaso del sexto día de la creación, entre el tiempo
en que Adán transgredió y el Shabat, cuando D-s descansó de todo
lo que había hecho. El arco iris, con sus siete colores, refleja la
belleza y santidad de los Siete Mandamientos de los Hijos de Noaj.
*****
Cuando D-s creó a Adán, lo puso en el Jardín de Edén. Este lugar, sería la morada (por excelencia) de la Divina Presencia. Pero cuando Adán contravino el mandato de D-s, la Divina Presencia se “retrajo” abandonando la tierra en favor del primer cielo. Entonces, con el pecado de Caín (sobre Ebel), la Divina Presencia partió desde el primer cielo al segundo cielo. Luego, Enosh invocó a ídolos, y la Divina Presencia partió del segundo al tercer cielo. Y desde el tercer cielo al cuarto por causa de la Generación del Diluvio. A pesar de que Noaj fue lo suficientemente digno como para evitar la destrucción y ser designado (segundo) padre de la humanidad, a pesar de sus esfuerzos, falló en su intento por llevar a cabo una rectificación completa del pecado de Adán, que era necesaria para atraer a la Divina Presencia de vuelta a Su morada deseada (en la tierra). Uno de los primeros actos en que se ocupó al abandonar el arca fue plantar una viña (Bereshit 9.20-21). La mayoría de los comentarios bíblicos son notablemente críticos respecto a este proceder. Después de todo la humanidad apenas había sido destruida. Plantar una viña para hacer vino de su fruto se presenta totalmente inapropiado bajo dichas circunstancias. Pero hay quienes dicen que Noaj estaba intentando rectificar el pecado de Adán.
El Talmud presenta la
opinión de que el fruto del árbol del conocimiento era la vid. Lo
que Adán habría hecho es beber vino de una manera profana. Habría
sido la intensión de D-s que Adán esperara hasta el Shabat, que
llegaría en unas cuantas horas, y entonces el fruto del árbol (la
uva) sería usado para santificar el Shabat y testimoniar el hecho
de que D-s había creado el mundo en seis días y al séptimo había
descansado. Se argumenta que Noaj conocía este profundo significado
de la transgresión de Adán: que plantando una viña y usando el
vino para fines santos, él podría alcanzar la rectificación
completa del pecado. Pero Noaj falló. Se intoxicó y fue descubierto
desnudo por su hijo menor, Jam, quien lo avergonzó al llamar a sus
dos hermanos, Shem y Jafet, para que vean la desnudez de su padre.
Rashí comenta sobre este verso (Bereshit 9.22) que Jam, ya sea,
castró a su padre o tuvo relaciones homosexuales con él, o ambas
cosas. Shem y Jafet respetuosamente cubrieron a su padre con una
prenda de vestir, pero el daño ya había sido hecho. Noaj despertó
y maldijo a Jam y a sus descendientes, y la Divina Presencia “miraba
apenada desde lo alto” (Bereshit 9.23-27).
Las Siete Leyes de los
Hijos de Noaj permanecieron desatendidas por todos, como antes del
Diluvio, excepto por unos pocos: notablemente Shem (hijo de Noaj) y
su nieto Eber establecieron Casas de Estudio con el propósito de
entender y cumplir con las Siete Leyes. Entonces vino la generación
de la Torre de Babel. Esta fue una generación de científicos
brillantes. No sólo que aprendieron a manipular muchas de las
fuerzas de la naturaleza (por ejemplo el control del clima), sino que
razonaron en su sabiduría (científica) que la tierra no tenía un
Creador, o que, al menos, si tuvo un Creador, que ellos eran iguales
a Él; y construyeron una torre hacia el cielo para retar la
autoridad de D-s (Bereshit 11.4). Científicamente concluyeron que,
puesto que el Diluvio vivenciado por Noaj ocurrió en el año 1656
(después de la creación), esto significaba que cada 1656 años los
cielo se remecerían, las profundidades se abrirían y la lluvia
buscaría destruir la tierra. Y la Biblia enseña, “Y descendió
D-s para ver la ciudad y la torre que edificaron los hijos del
hombre.” (Bereshit 11.5). Esto fue ya desde el quinto cielo. D-s
tomó medidas para frenar a sus hijos errantes al confundir sus
lenguas y dispersarlos a tierras distantes. Originalmente, toda la
humanidad hablaba una misma lengua, Hebreo el idioma de las
Escrituras. Pero ahora la humanidad había perdido este mérito, y
desde entonces, para comunicarse, los hombres recurrían a alguno de
los setenta idiomas originales del mundo.
En este tiempo, emergió
el Rey Nimrod con una maldad que literalmente no tenía precedentes.
Se proclamó a sí mismo D-s de toda la tierra y ordenó a sus
súbditos que lo adoraran como la deidad vigente. Quienes se
rehusaban eran eliminados. Nimrod fue llamado “un poderoso cazador
delante del Señor” (Bereshit 10.9). Rashí comenta que la frase
“un poderoso cazador” quiere decir que capturaba las mentes de
los hombres con su boca y los guiaba hacia la rebeldía contra D-s.
“Delante de D-s”, dice Rashí, indica que Nimrod intensionalmente
provocó a D-s, en Su Presencia. Nimrod, a diferencia de cualquier
hombre que hubiese vivido antes, actuó malvadamente con el propósito
de desafiar a D-s. El conoció a su Creador y, a pesar de ello, se
rebeló en contra de El. D-s retrajo su Divina Presencia hasta el
sexto cielo en respuesta a los pecados de Sodoma y Gomorra,
principalmente robo y perversión sexual. En aquellas sociedades, se
admiraba la crueldad; la bondad humana era fuertemente castigada, a
menudo con la pena capital. Los antiguos egipcios completaron la
secuencia de atrocidades al ser plenamente fieles a sus muchos
ídolos, al involucrarse mucho más que los Sodomitas en perversión
sexual, y al desarrollar una nueva forma de extrema vileza - la
brujería. Con la Divina Presencia removida hasta el séptimo cielo
(el superior), la humanidad permaneció en un mundo de obscuridad
moral y espiritual.
Finalmente, emergió un
hombre justo cuyos actos empezaron a traer de vuelta a la Divina
Presencia. Abraham confrontó solo al mundo aferrándose al Creador,
cumpliendo con Su deseo. Retó la idolatría de Nimrod con su
creencia en el Unico D-s; y, eventualmente derrotó completamente a
Nimrod, empujando a la humanidad hacia el reconocimiento de D-s y de
Su camino para el mundo. Por el mérito de Abraham, la Divina
Presencia descendió al sexto cielo. Debido al hijo de Abraham,
Itzjak, la Divina Presencia descendió desde el sexto hasta el quinto
cielo; y entonces, desde el quinto al cuarto por el hijo de Itzjak,
Yaacov. El poder espiritual de Yaacov era asombroso. El luchó con un
ángel de D-s y lo venció (Bereshit 32.25-30). A través de Yaacov y
sus hijos, un pueblo nuevo y distinto emergió en la tierra. Los
Hijos de Israel fueron llamados así en virtud de la bendición (y
nuevo nombre) que el Creador le dio a su padre: “Tu nombre no será
más Yaacov, sino que Israel será tu nombre, y El llamó su nombre
Israel” (Bereshit 35.10). Rashí comenta que el nombre Yaacov
refiere a alguien que viene con sigilo y engaño, pero el nombre
Israel denota un príncipe y gobernante.
Con los Hijos de Israel,
un pueblo (especial) de D-s hacía presencia en el mundo. Abraham,
Itzjak e Israel fueron cada uno notables profetas y, en esa virtud,
vieron que sus descendientes irían al exilio en Mitzraim y que
entonces serían redimidos por D-s para proveerles con Su Divina Ley
en el Monte Sinaí. Los Patriarcas cumplieron a cabalidad con los
Siete Mandamientos de los Hijos de Noaj; y, por medio de su don
profético, vieron lo que la Revelación de Sinaí traería, y
obedecieron también aquellas leyes, a pesar de que no habían
recibido mandato respecto a ellas. Cuando D-s bendijo a Itzjak, fue
“porque Abraham escuchó Mi voz, y guardó Mi encargo, Mis
mandamientos, Mis estatutos, y Mis leyes” (Bereshit 26.5). Rashí
comenta que “encargo” refiere a los preceptos de la Torá que
aún no habían sido ordenados, incluyendo prohibiciones rabínicas
en lo concerniente al Shabat, mientras que “mandamientos” refiere
a asuntos como robo y asesinato (dos de los Siete Mandamientos
Noájidas). De hecho, hubo instancias en que emergieron controversias
a propósito de los dos códigos legales. La disensión inicial entre
Yosef y sus hermanos tenía que ver con las diferencias entre las
normas alimenticias del código Mosaico y el Mandamiento Noájida que
prohibe comer carne (o el miembro) de un animal vivo. La Ley Mosaica
permite a un Judío comer carne de un animal que ha sido faenado
conforme al ritual (prescrito), aun si los miembros del animal
exhiben algún movimiento. La Ley Noájida no requiere un faenamiento
ritual pero prohibe a los Noájidas comer la carne de un animal hasta
que haya cesado todo rastro de movimiento. Los hermanos tuvieron una
acalorada discusión respecto a este punto. Los hijos de Lea
argumentaban que ellos, por cumplir con el precepto Mosaico, estaban
exentos de la prohibición Noájida. Para probarlo, faenaron un
animal conforme al precepto Mosaico y comieron de su carne antes de
que los miembros del animal dejaran de moverse. Yosef sintió que
ellos habían cometido un error de juicio y llevó el asunto a su
padre. Entonces los hermanos de Yosef lo vendieron como esclavo, pero
Yosef tuvo a D-s con él y emergió para convertirse en el segundo al
mando de Mitzraim, prácticamente un rey paralelo a Faraón. Para el
tiempo en que había perdonado a sus hermanos por lo que le habían
hecho, la Divina Presencia había descendido desde el cuarto cielo al
tercero por el mérito de Leví, el tercer hijo de Yaacov. Previo a
que los Hijos de Israel se asentaran en la tierra de Mitzraim, su
hermano Yehudá los había precedido y estableciendo en Goshen una
escuela para el estudio de la Ley de D-s, tanto los Siete
Mandamientos que tenían obligación de observar como las leyes que
recibieron (como herencia) de Abraham, Itzjak e Israel. Aun durante
el largo y amargo período de esclavitud egipcia, la tribu de Leví
permaneció en la Casa de Estudio, exenta de la terrible servidumbre,
de manera que la Ley Divina fuera recordada y entendida y cumplida. Y
debido a la rectitud del hijo de Leví, Kejot, la Divina Presencia
descendió del tercer cielo al segundo. Ante el decretó de Faraón
sobre la muerte para los hijos varones que nacieranen el pueblo de
Israel, Amram, (un levita) líder de la generación, se divorció de
su esposa, Yojebed. Su idea era no traer a la vida más infantes
israelitas, para evitar que sean asesinados. Amram, como líder,
sabía que su acción sería emulada por su pueblo, que es
precisamente lo que sucedió. Pero su hija, Miriam, le hizo ver que,
en tanto que Faraón había emitido un decreto en contra de los
varones, él lo había hecho en contra de varones y mujeres, al
evitar que llegaran a este mundo. Conforme a las palabras de su hija,
Amram y Yojebed volvieron a casarse, y de esto nació Moshé. En
mérito de Amram, la Divina Presencia descendió del segundo al
primer cielo.
Moshé es, en la historia
de la humanidad, el individuo más humilde que haya vivido (Bamidbar
12.3). Su humildad era tan grande que se veía a sí mismo como nada.
Cualquier logro suyo lo miraba como algo que provenía exclusivamente
de D-s. El sentía que si D-s hubiera bendecido a otro hombre con
tantos talentos (como a él), ciertamente hubiese logrado más con
ellos. Esta autonulificación lo puso en claro contraste con Faraón,
quien afirmaba ser una deidad (de la forma en que lo había hecho
Nimrod). Cuando D-s redimió a los Hijos de Israel y diezmó la
idolatría de Mitzraim, fue para que tuviera lugar Su Revelación en
Sinaí con la Entrega de la Torá. Cincuenta dias después de que los
Hijos de Israel dejaran Mitzraim, Moshé ascendió al Monte Sinaí, y
a plena vista de 600,000 varones Judíos y al menos 1,400,000 (entre)
mujeres y niños, el Señor D-s de Israel descendió a la tierra
desde Su bóveda celestial (Shemot 24.10), y dijo “Yo soy el Señor
tu D-s quien te sacó de la tierra de Mitzraim, de casa de
esclavitud”. D-s había partido desde el Jardín de Edén y ahora
había retornado allí, en el Monte Sinaí, para entregar la Torá.
Fue una Revelación Divina de proporciones que la mente humana es
incapaz de (siquiera empezar a) comprender. Todos los ciegos, sordos
y cojos fueron milagrosamente sanados. Todas las almas justas que en
algún momento hubieran nacido fueron llamadas por el Señor D-s para
que fueran testigos de Su Divina Presencia. Este fue el sello de D-s,
Su verdad.
Mediante la Entrega de la
Torá, el D-s de Israel ungió a los descendientes de Abraham, Itzjak
y Yaacov como Su Pueblo Elegido, ordenándoles que cumplieran con los
613 Mandamientos de la Torá. Además, D-s ordenó a los justos de
las otras naciones del mundo que guardaran los Siete Mandamientos de
los Hijos de Noaj y encomendó a Moshé y a su pueblo que enseñaran
(a las naciones) cómo observar tales mandamientos. Este fue tanto el
establecimiento de un nuevo pacto así como el fortalecimiento del
antiguo. Los códigos Mosaico y Noájida fueron atados
permanentemente uno al otro. Los Hijos de Noaj, los Gentiles Justos,
recibieron la orden de cumplir a cabalidad con los Siete Mandamientos
debido a que éstos “fueron entregados en el Monte Sinaí”, y no
debido a que (en su momento) le “fueron entregados a Noaj”. Y los
Hijos de Israel recibieron la obligación de enseñar los Siete
Mandamientos a los Gentiles Justos. Cuando Moshé ascendió al Monte
Sinaí para encontrarse con D-s, cielo y tierra estaban conectados de
manera única. D-s tomó de Su santidad y la trajo a la tierra. Por
primera vez en la creación, los objetos físicos podían ser
irradiados con este nivel de santidad. Los rollos de Torá y otros
escritos, los sacrificios y otros artículos de uso en el
Tabernáculo, y los mismísimos Hijos de Israel irradiaban santidad
delante del Señor, esto es, se manifestaban “separados y distintos
del resto de la creación”, con una santidad que es exclusiva para
el servicio a D-s (Shemot 19.6). Este fue el principio del verdadero
y universal camino religioso donde Israel, el pueblo Judío, conforma
el sacerdocio y donde los Hijos de Noaj, los gentiles justos, son sus
compañeros “laicos” y (a la vez) “fieles”. Esto se dió en
el año 2448 de la creación.
En todas las épocas en
que el pueblo Judío vivió en Tierra Santa, su obligación de
enseñar a los gentiles los Siete Mandamientos fue generalmente
cumplida. Durante los 410 años del Primer Templo y los 420 años del
Segundo Templo, los gentiles que deseaban residir en la Tierra de
Israel tenían que aceptar (formalmente) el cumplimiento de las Leyes
Noájidas y (entonces) tenían derecho de entrar al Santo Templo para
ofrecer sacrificios a D-s (Zejaria 14.17-18). Con respecto a las
naciones del mundo, esto se presentaba como un escollo. Israel, a
pesar de ser muy influyente bajo el reinado de Shelomó, constituía
nada más que un pedacito del gran globo terráqueo: la observancia
de la Leyes Noájidas fuera de la Tierra de Israel era escasa.
Entonces, en el año 4800
de la creación, hace más o menos dos mil años, D-s tomó una
drástica medida para remediar la situación. Destruyó Su Santo
Templo, el centro de la vida religiosa del pueblo Judío, y exilió a
Su pueblo, Israel, a todos los rincones del planeta, donde permanecen
en su mayoría hasta este día. Como el Talmud establece, “El
pueblo Judío fue al exilio con el propósito de hacer conversos,
esto es, enseñar a las naciones la Fe en el Unico D-s”. La
intensión era que el pueblo Judío proclamase la Fe en el D-s de sus
padres y que condujese a los pueblos de la tierra a una comunión con
D-s e Israel al enseñarles los Siete Mandamientos de los Hijos de
Noaj. Pero lo que los Judíos encontraron en aquel mundo ajeno a su
tierra, fue una situación difícil. Confundidos en medio de miles de
culturas, tuvieron que luchar permanentemente por mantener sus
propias tradiciones para no ser asimilados (por los pueblos que los
rodeaban) y, de esta manera, cumplir con el precepto bíblico,
“Guárdate de no unirte a ellas, siguiéndolas aún después de ser
destruidas delante de ti, y que no inquieras respecto de sus dioses,
diciendo: “del modo que servían estas naciones a sus dioses, así
haré yo también”” (Devarim 12.30). Más aun, el Judío encontró
que aquellos pueblos le eran hostiles y desconfiados; de hecho,
demasiado ocupados tratando de convertirlo a sus propias religiones
como para permitirse escuchar lo que él pudiera tener que decir
sobre esta materia.
En tiempos reciente tres
factores han motivado un cambio. En primer lugar, el deterioro
espiritual de la humanidad ha alcanzado un nivel alarmante. La mitad
del mundo sigue una doctrina oficial de ateísmo (que los Judíos
consideran la más cruel y extrema forma de idolatría), y una buena
parte del resto del mundo está sumergido en inmoralidad y crimen.
Segundo, existe un espíritu de ecumenismo, en gran medida debido a
la radio, televisión y a la explosión de información, en que el
punto de vista del Judaísmo en lo concerniente a la relación del
no-Judío con D-s, ya no tiene que confrontar respuestas (basadas en
prejuicios) irracionales. El tercer factor es que D-s finalmente ha
traído el tiempo propicio, como está escrito, “Entonces dice el
Señor de los Ejércitos. En aquellos días sucederá, que diez
hombres de todas las lenguas de las naciones se aferrarán de los
bordes (de las vestimentas) del Judío, diciendo, 'Iremos contigo
porque hemos oído que D-s está contigo'” (Zejaria. 8.23).
Fuente: Capítulo 2 del libro: El Camino del Gentil Justo.
Una introducción a las siete leyes de los hijos de Noáj. Traducción del
libro escrito por los Rabinos Chaim Clorfene & Yakov Rogalsky. The
Path of the Righteous Gentile. An introduction to the Seven Laws of the
Children of Noah. Feldheim Publishers Ltd, 1987. Traductor: Mat. Juan
Mayorga Zambrano.
Genealogías
En el nombre de Di-s, saludos de lima perú 🇵🇪, agradezco por permitir conocer la verdad. Y poder actuar según sea la voluntad de hashem.
ResponderBorrarVerdaderamente estamos asistiendo a una capacitación de un altisimo nivel...agradecerle a HASHEM por permitirnos este conocimiento y así poder llevar a otros está luz que les permitirá crecer como hijosde D/OS.
ResponderBorrarBH* La historia del judaísmo es muy extensa. Y este estudio nos permite conocerla a fondo y por un excelente Moré. Poco a poco y con su paciencia estamos aprendiendo. Gracias 🙋
ResponderBorrarBH* La historia del judaísmo es bastante extensa e interesante. El excelente Moré nos lleva poco a poco al aprendizaje. Su paciencia y comprensión nos ayuda a aprender mejor. Gracias 🙋
ResponderBorrarRealmente es una gran bendidicion El aber llegado a esta imformacion tan preciosa ¡
ResponderBorrar